A medida que las mujeres jóvenes abandonan el hogar familiar es natural que busquen pequeñas comodidades domésticas. En la universidad, o bien cuando se trasladan de los pueblos a las ciudades más grandes para estudiar o comenzar una carrera en una empresa, hay un anhelo de compañía. Un tierno gatito es a menudo el elegido para llenar ese vacío. En un análisis rápido, los felinos aparecen como una opción fiable y fácil de mantener. Ellos nunca abandonan el hogar y las mujeres, siempre ansiosas por una relación en la que no las usen y las desechen, aprecian la entrega incondicional de una mascota.
Pero, ¿puede un gato realmente sustituir a las bondades de amor y cariño que un hombre proporciona? ¿Están creando las propias jóvenes futuras interacciones humanas problemáticas al permitir que una criatura así se convierta en el principal objeto de sus emociones internas?
Como hemos discutido muchas veces antes, tener un gato es una proposición difícil para los cristianos. A los seres humanos se les ha confiado la administración de las bestias menores en la tierra de Dios. Como deja claro Génesis 1:26:
"Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, y ejerza dominio sobre los peces del mar y las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra."
En otras palabras, tenemos el propósito de mantener el dominio sobre este mundo. Los animales han sido proporcionados para ayudar a los seres humanos, sea estando a nuestro servicio o como sustento. Es una forma de esclavitud para nosotros estar al pendiente de sus caprichos y locuras. Los gatos son conocidos por exigir mucho de sus propietarios y por crear una atmósfera de dominancia del "reino animal" en el frente interno. A diferencia de los perros que son animales nobles, los gatos no aportan casi nada en términos de servicio. Ellos intencionalmente dañan su ambiente circundante, destruyendo papeles en pedazos y orinando en todas partes. La única vez que un felino no muestra desprecio y parece tener cierta obediencia a su amo es cuando reclama alimento.
En pequeños apartamentos viven muchas mujeres (e incluso algunos hombres) que han entregado su vida a un gato. Estas mujeres son a menudo consideras "hembras ambiciosas" por su agresiva lucha para impulsar su carrera en el mundo laboral. Para ellas, su mascota es una cara conocida, una fuerza estabilizadora al llegar al hogar.
Sin embargo el gato es la antítesis de la paz en el hogar. Cuando la mujer vuelve a su casa debe soportar a un ser con actitud y demandas propias de un dictador. Lo peor ocurre cuando estas mujeres se atreven a llevar a un hombre como invitado al apartamento. El felino al instante se siente amenazado. Allí se embarcará en una serie de estratagemas planificadas intencionalmente para acosar al hombre. En un primer momento el gato huye del nuevo visitante, como si fuera peligroso o estuviese enfermo, y a la mujer le resultará extraño que su adorable mascota sienta un disgusto tan severo hacia su nuevo amigo generando en ella cierta desconfianza.
Luego de un rato y sin previo aviso, dará un salto en el regazo del hombre, situación como mínimo inadecuada y vergonzosa, pero es una declaración sobre su dominio ante cualquier situación íntima que pueda darse. El gato no tiene miedo de usar sus afiladas garras en las camisas de seda o los pantalones de algodón del invitado sin importar marcas o precios.
Es más, al observar con atención verá que el felino disfruta dejando arañazos profundos en los brazos del huésped que luego pican y arden durante días. Cuando el hombre finalmente logra huir de la casa con alguna excusa se lleva consigo un recuerdo de la pequeña bestia en forma de pelos alergénicos pegados a cada fibra de la ropa.
Las mujeres a menudo parecen sorprendidas de que los hombres no vuelvan jamás a visitarlas, pero poco saben de la verdadera batalla que se libró en secreto en sus propios hogares.
Como consecuencia de toda esta hostilidad tácita, muchas mujeres pasan más y más tiempo a solas con sus gatos. Ellas atraviesan por una serie de relaciones que no florecen. El alcohol y las noches con amigos son, en general, una salida fácil a tan deprimente situación. Sin el respaldo de una familia amorosa o de la comunidad de la iglesia para atender a sus necesidades, los bares y clubes nocturnos se convierten en sus principales lugares de culto.
Como ya se imaginan no existe un verdadero Redentor a quien orar en estos lugares. Lo que sí encontrarán son cócteles de frutas y hombres sudorosos sin camisa, música disco, drogas duras y muchos secretos en el baño que son inconfesables. Su escape es como un grito estridente de ayuda. El abrazo sudoroso de un hombre desconocido contra una pared, una lengua borracha explorando más y más profundo, el clac de los tacones resonando en la vereda le recuerdan el hecho de que ahora está completamente sola.
El gato no es la única causa de estas situaciones deprimentes, pero sin duda es un factor agravante. En general, este triste destino es un emblema de la mentalidad excesivamente complicada e independiente de ciertos tipos de mujeres, una mentalidad que las lleva a una peligrosa mezcla de antros, gatos y promiscuidad.
Apartado: Los hombres y los gatos
Los hombres que buscan compañía en los felinos caen en una trampa algo extraña. La ambivalencia y la crianza del animal confunde los instintos masculinos básicos. Obliga a los propietarios a pasar más tiempo en casa ponderando el raro dilema de tener un gato. Como esta situación se agrava con el tiempo, el hombre adopta un estilo de vida, sin saberlo, similar al de personas de edad avanzada. Se convierte en un ser introvertido, buscando trabajo como profesional independiente, operador PC o diseñador gráfico. Trabajos que lo mantengan dentro de los confines cálidos de su hogar la mayoría de las horas del día.
No es ninguna sorpresa descubrir que la mayoría de estos hombres se duermen en el sofá o andan de pantuflas a las tres de la tarde. Su vestuario de franela es permanente, al igual que el gato duermen la siesta en cualquier lugar en cualquier momento, rondando los rincones de su apartamento, acercándose a sus ventanas para simplemente mirar hacia la nada durante varios minutos (o bien para fumar un cigarrillo, hay una correlación inesperada entre los hombres que son dueños de los gatos y los que fuman). Al igual que su gato, come pequeñas porciones de pequeñas latas o recipientes (yogur, queso, paté).
Se los puede ver mover de manera desordenada por todo el apartamento a lo largo del día buscando pequeños parches por donde entre la luz solar, se rascan sus partes mientras están sumidos en sus pensamientos, evitan las maquinas de afeitar y las duchas de agua caliente. Como era de esperar, los dueños de gatos forman la mayor parte de sus conexiones amorosas por Internet. Aún menos impactante, muy pocos de estos hombres son heterosexuales.
"No calles, oh Dios de mi alabanza; Porque la boca de los malvados y la boca del engañador se han abierto sobre mí; Han hablado de mí con lengua mentirosa. Me rodeaban también con palabras de odio; Y pelearon contra mí sin causa. Por mi amor me han sido adversarios; pero me doy a mí mismo en oración. Y pusieron contra mí mal por bien, y odio por amor. Establecer impío sobre él; y Satanás esté a su diestra. Cuando fuere juzgado, salga culpable; . Y su oración sea para pecado "- Salmos 109: 1-7
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